Tengo el poder de no creer en más en nadie, y el derecho a creer hasta la última palabra. Y sin embargo me encuentro a mi misma quebrada en mil partes o tal vez más entera que nunca. Y así mi interior es tantas casas, una en la que estás, otra en la que abundan hechos, unos lejanos y otros no tanto; y otra en la que soy feliz. Frágil. Empapelada de palabras y recuerdos que se arrastran y me arrastran con ellos.
Una vez una persona me dijo que cuando te despertás, no te dormís nunca más, el problema es del que no despierta.
Me suelo decepcionar fácil, es esta mala manía de esperar determinadas actitudes de personas; he tenido de todo en estos últimos años. Entes que vienen depositan su amor, su odio, sus miserias y se van o se quedan… Tengo tiempo para todo, tengo principalmente el ánimo de vivir.
Yo pongo el cuerpo, si me lastimás es tu responsabilidad por no entender el amor.
Leo envidias, escucho odios, increíblemente la gente aún se empeña en tener encima. No me detengo a mirar, mi cerebro instantáneamente piensa en algo más reconfortante.
Hace años mi vida es “sin” algunas cosas y con mucho de otras. ¿Si dudo? Claro que dudo. Pero de golpe.
Y si me engancho te peleo, te escupo, te miro con odio, y me enamoro. Pero siempre nos pesa más lo negativo, que todo aquello bueno y lindo que nos pasó. Agradezco infinitamente por haberme enseñado a amar, a amar de verdad. Cada persona que conocí desde su lugar me enseñaron a hacerlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario